Una asignatura pendiente

Desde que no te tienes que formar para hacer cola para las tortillas inicia una perversa cadena de “favores” que nutren y dan vida a un sistema de privilegios en donde si deseas que un contrato sea otorgado, incluso, dentro de los terrenos de la iniciativa privada.

Esa red de dinero al margen de los proyector terminan costándole al consumidor al pagar las empresas sobre costos por las cantidades de dinero que sus propios empleados piden a proveedores ya sea en metálico o en especie.

Lo más impresionante es que forma parte de un modus operandi global en donde empresas trasnacionales que se autodenominan como grandes ciudadanos corporativos caen en esas practicas y cuando se denuncia sencillamente se acalla al proveedor revocando contratos y en algunos casos mal recomendando a ese proveedor dentro de su ámbito de influencia. 

Es decir se premia al corrupto y se castiga la honestidad, así es como la corrupción se institucionaliza y se impregna en las fibras de la cultura corporativa de las empresas.